Mostrando entradas con la etiqueta español. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta español. Mostrar todas las entradas

Realismo Mágico

¿Qué es el realismo mágico?


El realismo mágico es un movimiento literario y pictórico que surge a principio del siglo xx, como parte de las vanguardias y se define por su preocupación estilística y el interés de mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano y común.
El término fue usado por el crítico de arte alemán Franz Roh, para describir una pintura que demostraba una realidad alterada, y llegó al idioma español con la traducción en 1925 del libro Realismo mágico (Revista de Occidente, 1925).

En 1948, fue introducido a la literatura hispanoamericana por el escritor venezolano Arturo Uslar Pietri, quien leyó el ensayo de Franz Roh en los años 20, y lo utilizaa​ en su ensayo Letras y hombres de Venezuela (1948).1​ 

Señala Uslar:
Lo que vino a predominar en el cuento y a marcar su huella de una manera perdurable fue la consideración del hombre como misterio en medio de datos realistas. Una adivinación poética o una negación poética de la realidad. Lo que a falta de otra palabra podrá llamarse un realismo mágico.2​

Se trata de una sensibilidad estética que surge en la década de los 20 y 30, cuando los escritores Arturo Uslar Pietri, Alejo Carpentier y Miguel Ángel Asturias comienzan a tener discusiones sobre la realidad indígena, negra y mestiza de América Latina,3​ todo esto en el contexto de las vanguardias latinoamericanas y europeas.4​5​En esta época surgen tres obras precursoras del género: Leyendas de Guatemala (1930) de Asturias, Las lanzas coloradas (1931) de Uslar Pietri y ¡Ecué-Yamba-O! (1933) de Carpentier.6

Como referente literario previo al uso del término realismo mágico por parte de Uslar Pietri, debe citarse a Massimo Bontempelli quien, en 1919, "conquista gran popularidad al publicar sus novelas del ciclo la 'Vida intensa', iniciándose en una literatura —según nota de Nino Frank en el 'Dictionnaire des Auteurs', de Laffont-Bompiani— que sacrifica la corriente convencional de la época, a la manera de Anatole France, convirtiéndose en una especie de apóstol de lo que se conoció como realismo mágico".

Han sido muchos los artistas que utilizaron este estilo para expresar emociones mediante la palabra escrita, sin embargo es imprescindible nombrar como máximos exponentes al venezolano Arturo Uslar Pietri quien se reputa como padre indiscutible de esta vanguardia literaria quien le da vida al Realismo Mágico con su novela Las lanzas coloradas publicada en (1931), ya que este mismo hace mención en buscar un nombre que explicara, y reflejara las necesidades que se vivían en la época. Quien seguiría 36 años después con su novela Cien años de soledad sería el colombiano Gabriel García Márquez, galardonado con el Premio Nobel de Literatura.

También destacan autores como el mexicano Carlos Fuentes con su novela Aura, el brasileño Jorge Amado con su novela Doña Flor y sus dos maridos, Juan Rulfo con Pedro Páramo, el guatemalteco Miguel Ángel Asturias.

Otros representantes importantes del realismo mágico fueron José de la Cuadra con Los Sangurimas, y Elena Garro con Los recuerdos del porvenir. Algunos autores con obras emblemáticas del género son la cubano-estadounidensese Mireya Robles con Hagiografía de Narcisa la Bella, Laura Esquivel con Como agua para chocolate y la chilena Isabel Allende con La casa de los espíritus, el argentino Manuel Mujica Lainez, con Bomarzo, el ecuatoriano Demetrio Aguilera Malta, con Siete lunas y siete serpientes (1970)

Podrían incorporarse al grupo, en el siglo xxi, las obras de los mexicanos Rodolfo Naró y Felipe Montes.

Esta corriente no es exclusiva de Latinoamérica, aunque esta región está considerada como su punto de origen y posterior desarrollo. En la literatura japonesa contemporánea, por ejemplo, Haruki Murakami es su exponente más reconocido.12​13​ El alemán Gunther Grass, el indobritánico Salman Rushdie, el checo Milan Kundera y el portugués José Saramago han sido, en numerosas ocasiones, catalogados dentro de esta tendencia por la crítica especializada.

Características del realismo mágico
Los siguientes elementos están presentes en muchas obras del realismo mágico, pero no necesariamente todos se encuentran en ellas. Además, algunas obras pertenecientes a otros géneros también pueden presentar características muy similares:

Predominio de "narrador impasible". El narrador presenta los hechos generando una atmósfera de normalidad aunque se trate de sucesos extraordinarios.
Contenido de elementos mágicos/fantásticos percibidos por los personajes en general como parte de la "normalidad".
Elementos mágicos tal vez intuitivos, pero (por lo general) nunca explicados.
Presencia de lo sensorial como parte de la percepción de la realidad.
Presencia del paisaje y/o climas reforzando las emociones de los personajes.
Alusión a referencias socio-culturales de los ámbitos más populares y/o pobres de las comunidades.
Los hechos son reales pero tienen una connotación fantástica, ya que algunos no tienen explicación, o es muy improbable que ocurran.
Lo verídico: ciertos hechos precisos ocurridos en Latinoamérica participan de la irrealidad y constituyen la base de muchas narraciones.
Los personajes pueden sufrir ciertas metamorfosis como lo hacen en los cuentos maravillosos.

Tiempo
Encontramos cuatro posturas:

Tiempo cronológico: Las acciones siguen el curso lógico del tiempo.
Ruptura de planos temporales: mezcla de tiempo presente con tiempo pasado (regresiones) y tiempo futuro (adelantos). Además, se fragmenta el texto en secuencias que no concuerdan en tiempo ni espacio.
Tiempo estático: El tiempo cronológico se detiene, es como si no trascendiera. En cambio, fluyen los pensamientos de los personajes.
Tiempo invertido: Es el más contradictorio. Se trastoca el curso del tiempo y se cambia la secuencia natural del día hacia la noche o viceversa. Por ejemplo: "Era el amanecer. Se hizo la noche".

El realismo mágico y la literatura fantástica
Ambos son producto de la transgresión del límite entre lo real y lo irreal. El realismo mágico forma parte de la literatura fantástica y a la vez se diferencia. Forma parte porque muchos de los procedimientos que emplea son los mismos: la metamorfosis, tratar lo desconocido como real, la visión subjetiva de los hechos, la irrupción de lo inverosímil, etc. Es decir, lo fantástico es la irrupción de lo irreal en lo real y funciona como una advertencia; el realismo mágico es lo irreal en el mundo real como espectáculo.

Se diferencia de la literatura fantástica porque esta tiene su poderosa manifestación romántica en el siglo pasado en Europa; en Latinoamérica tiene caracteres propios. El realismo mágico no tiene sus mayores referentes en Europa, es casi exclusivo de Latinoamérica y especialmente del Caribe. También podríamos considerar que la literatura fantástica, con Rulfo, Borges y Cortázar, es urbana; el realismo mágico pertenece a los poblados, al campo, a la montaña.

Fuente:https://es.wikipedia.org/wiki/Realismo_mágico

Realismo mágico o una visión multidimensional de la realidad (Biblioteca Cubana) (Spanish Edition): 1 Pasta blanda – 27 abril 2022

Los motivos del lobo por Ruben Dario

LOS MOTIVOS DEL LOBO


El varón que tiene corazón de lis,alma de querube, lengua celestial,el mínimo y dulce Francisco de Asís,está con un rudo y torvo animal,bestia temerosa, de sangre y de robo,las fauces de furia, los ojos de mal:¡el lobo de Gubbia, el terrible lobo!Rabioso, ha asolado los alrededores;cruel, ha deshecho todos los rebaños;devoró corderos, devoró pastores,y son incontables sus muertos y daños.Fuertes cazadores armados de hierrosfueron destrozados. 

Los duros colmillos dieron cuenta de los más bravos perros,como de cabritos y de corderillos.Francisco salió:al lobo buscóen su madriguera.Cerca de la cueva encontró a la fieraenorme, que al verle se lanzó ferozcontra él. Francisco, con su dulce voz,alzando la mano,al lobo furioso dijo: "¡Paz, hermanolobo!" 

El animalcontempló al varón de tosco sayal;dejó su aire arisco,cerró las abiertas fauces agresivas,y dijo: "!Está bien, hermano Francisco!""¡Cómo! exclamó el santo. ¿Es ley que tú vivasde horror y de muerte?¿La sangare que viertetu hocico diabólico, el duelo y espantoque esparces, el llantode los campesinos, el grito, el dolorde tanta criatura de Nuestro Señor,no han de contener tu encono infernal?¿Vienes del infierno?¿Te ha infundido acaso su rencor eternoLuzbel o Belial?"Y el gran lobo, humilde: "¡Es duro el invierno,y es horrible el hambre! 

En el bosque heladono hallé qué comer; y busqué el ganado,y en veces comí ganado y pastor.¿La sangre? Yo vi más de un cazadorsobre su caballo, llevando el azoral puño; o correr tras el jabalí,el oso o el ciervo; y a más de uno vimancharse de sangre, herir, torturar,de las roncas trompas al sordo clamor,a los animales de Nuestro Señor.¡Y no era por hambre, que iban a cazar!"Francisco responde: "En el hombre existemala levadura.Cuando nace, viene con pecado. 

Es triste.Mas el alma simple de la bestia es pura.Tú vas a tenerdesde hoy qué comer.Dejarás en pazrebaños y gente en este país.¡Que Dios melifique tu ser montaraz!""Esta bien, hermano Francisco de AsIs.""Ante el Señor, que toda ata y desata,en fe de promesa tiéndeme la pata."El lobo tendió la pata al hermanode Asís, que a su vez le alargó la mano.Fueron a la aldea. La gente veíay lo que miraba casi no creía.Tras el religioso iba el lobo fiero,y, bajo la testa, quieto le seguíacomo un can de casa, o como un cordero.Francisco llamó la gente a la plazay allí predicó.Y dijo: "He aquí una amable caza.

El hermano lobo se viene conmigo;me juró no ser ya vuestro enemigo,y no repetir su ataque sangriente.Vosotros, en cambio, daréis su alimentoa la pobre bestia de Dios." "¡Así sea!",Contestó la gente toda de la aldea.Y luego, en señalde contentamiento,movió la testa y cola el buen animal,y entró con Francisco de Asís al convento.Algún tiempo estuvo el lobo tranquiloen el santo asilo.Sus bastas orejas los salmos oíany los claros ojos se le humedecían.Aprendió mil gracias y hacía mil juegoscuando a la cocina iba con los legos.Y cuando Francisco su oración hacía,el lobo las pobres sandalias lamía.Salía a la calle,iba por el monte, descendía al valle,entraba a las casas y le daban algode comer. Mirábanle como a un manso galgo.

Un día, Francisco se ausentó. Y el lobodulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo,desapareció, tornó a la montaña,y recomenzaron su aullido y su saña.Otra vez sintióse el temor, la alarma,entre los vecinos y entre los pastores;colmaba el espanto en los alrededores,de nada servían el valor y el arma,pues la bestia fierano dió treguas a su furor jamás,como si estuvierafuegos de Moloch y de Satanás.Cuando volvió al pueblo el divino santo,todos los buscaron con quejas y llanto,y con mil querellas dieron testimoniode lo que sufrían y perdían tantopor aquel infame lobo del demonio.Francisco de Asís se puso severo.Se fué a la montañaa buscar al falso lobo carnicero.Y junto a su cueva halló a la alimaña."En nombre del Padre del sacro universo,conjúrote dijo, ¡oh lobo perverso!,a que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal?Contesta. 

Te escucho."Como en sorda lucha, habló el animal,la boca espumosa y el ojo fatal:"Hermano Francisco, no te acerques mucho...Yo estaba tranquilo allá en el convento;al pueblo salía, y si algo me daban estaba contentoy manso comía.Mas empecé a ver que en todas las casasestaban la Envidia, la Saña, la Ira,y en todos los rostros ardían las brasasde odio, de lujuria, de infamia y mentira.Hermanos a hermanos hacían la guerra,perdían los débiles, ganaban los malos,hembra y macho eran como perro y perra,y un buen día todos me dieron de palos.

Me vieron humilde, lamía las manosy los pies. Seguía tus sagradas leyes,todas las criaturas eran mis hermanos:los hermanos hombres, los hermanos bueyes,hermanas estrellas y hermanos gusanos.Y así, me apalearon y me echaron fuera.Y su risa fué como un agua hirviente,y entre mis entrañas revivió la fiera,y me sentí lobo malo de repente;mas siempre mejor que esa mala gente.Y recomencé a luchar aquí,a me defender y a me alimentar.

Como el oso hace, como el jabalí,que para vivir tienen que matar.Déjame en el monte, déjame en el risco,déjame existir en mi libertad,vete a tu convento, hermano Francisco,sigue tu camino y tu santidad."El santo de Asís no le dijo nada.Le miró con una profunda mirada,y partió con lágrimas y con desconsuelos,y habló al Dios eterno con su corazón.El viento del bosque llevó su oración,que era: "Padre nuestro, que estás en los cielos..."


Obtenida de http://www.los-poetas.com/a/dario1.htm#ALLA%20LEJOS

Checar más en Amazón

Sor Juana Inés de la Cruz

Sor Juana Inés de la Cruz


Máxima figura de las letras mexicanas, Sor Juana Inés de la Cruz nació en la hacienda de San Miguel Nepantla, Estado de México el 12 de noviembre de 1648. Su nombre, antes de tomar el hábito, fue Juana de Asbaje y Ramírez ya que fue hija natural de la criolla Isabel Ramírez de Santillana y el vizcaíno Pedro Manuel de Asbaje.Se crió con su abuelo materno Pedro Ramírez, en la cercana hacienda de Panoayan. Su genio se manifestó desde temprana edad: habiendo estudiado apenas las primeras letras en Amecameca, a los tres años ya sabía leer, a los siete pedía que la mandaran a estudiar a la Universidad y a los ocho escribió una loa para la fiesta de Corpus.

En 1656, a la muerte de su abuelo, su madre la envió a la capital a vivir a la casa de su hermana, María Ramírez, esposa del acaudalado Juan de Mata, donde Juana estudió latín “en veinte lecciones” con el bachiller Martín de Olivas, bastándole solamente esas pocas para dominar esta lengua, cosa que se demuestra en la maestría de varias de sus obras, sobre todo en los villancicos, que contienen versos latinos.

Según ella misma cuenta en su Carta respuesta a Sor Filotea de la Cruz leía, estudiaba mucho, y era tal su obstinación por aprender que llegó a recurrir al método auto coercitivo de cortarse el cabello para poner como plazo que le volviera a crecer, para haber aprendido ya algo que deseaba. Juana leyó mucho durante toda su vida tanto autores clásicos romanos y griegos como españoles.

En 1664 Juana ingresó a la corte como dama de compañía de la virreina, Leonor María Carreto, marquesa de Mancera, a la que dedicó algunos sonetos con el nombre de Laura. El virrey, admirado de su curiosidad científica y de su sapiencia, hizo reunir a cuarenta letrados de todas facultades para someterla a un examen sin igual del cual, por supuesto, salió triunfante, dejando admirados a los sabios por haber contestado con sabiduría toda pregunta, argumento y réplica que estos le hicieran.


Harta de la vida cortesana y sin muchas opciones por delante, decidió entrar a un convento porque, según ella misma dice, “para la total negación que tenía al matrimonio era lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad de mi salvación”. Primero entró al convento de San José de las Carmelitas Descalzas en 1667 pero salió de ahí a los tres meses, por la severidad de la regla y el rigor de la orden. Después ingresó a la mucho más flexible orden de las jerónimas, en el convento de Santa Paula, donde por fin profesó el 24 de febrero de 1669.

En el convento, donde vivió lo que le quedaba de vida, hizo oficios de contadora y archivista pero, más que nada, se dedicó al estudio y a la escritura. Dentro de su celda - que era individual y espaciosa- llegó a poseer más de 4,000 volúmenes, instrumentos musicales, mapas y aparatos de medición y a tener conocimientos profundos en astronomía, matemáticas, lengua, filosofía, mitología, historia, teología, música y pintura, por citar solamente algunas de sus disciplinas favoritas.

Famosa, aun dentro del claustro, constantemente era llamada para escribir obras por encargo: en 1689 se le encargó hacer el Arco Triunfal a la llegada a la capital de los Marqueses de la Laguna y Condes de Paredes, obra que concluyó con éxito y que tituló Neptuno Alegórico.

Tres años después ganó dos premios en el certamen universitario del Triunfo Parténico y constantemente se le encargaban villancicos para las festividades religiosas, además de la importante cantidad de sonetos, rondillas, décimas, silvas y liras que constantemente componía.

El primer libro publicado por Sor Juana fueInundación Castálida, que reunió una buena parte de su obra poética y fue publicada en Madrid, antes que en la Nueva España.


Durante mucho tiempo, Sor Juana no tuvo mayores problemas en su vida conventual hasta que, como lo afirma Octavio Paz, escribió “una carta de más”. Esa misiva se publicó con el largo título de Carta atenagórica de la madre Juana Inés de la Cruz, religiosa profesa de velo y coro en el muy religioso convento de San Jerónimo que imprime y dedica a la misma Sor Philotea de la Cruz, su estudiosa aficionada en el convento de la Santísima Trinidad de la Pueblade los Angeles, y era una crítica a un sermón del jesuita portugués Antonio de Vieyra, muy afamado teólogo de la época.


Esta crítica tuvo nefastas consecuencias aun cuando su publicación corrió a cargo de la citada sor Filotea, que no era otro que el obispo de Puebla, Fernández de Santa Cruz, que, finalmente, termina por reconvenirla y aconsejarle que se dedique a asuntos menos profanos y más santos. Todo el asunto terminó en que Sor Juana fue obligada a deshacerse de su biblioteca, sus instrumentos musicales y matemáticos y obligada a dedicarse exclusivamente al convento.

Sor Juana murió el 17 de abril de 1695 contagiada de la epidemia que azotó al convento de Santa Paula.

Entre su vasta obra poética se destaca el Primero Sueño una silva descriptivo- filosófica de unos mil versos y que continúa la tradición de los sueños de ascensión del alma en busca de la suprema verdad, Dios o el supremo conocimiento.

Entre sus obras se cuentan, para el teatro, tres autos sacramentales: El cetro de José, El mártir del sacramento y El divino Narciso; dos comedias :Los empeños de una casa y Amor es más laberinto.; en prosa Explicación del arco, Razón de la fábrica alegórica y aplicación del la fábula, las meditaciones del Rosario y la Encarnación, además de varios opúsculos y manuscritos hoy extraviados como El equilibrio moral y un tratado de música, El caracol. Al morir se editó el tomo que recopiló sus obras, Fama y obras póstumas.

Las aportaciones de Sor Juana al mundo de la cultura siguen siendo inestimables. Su presencia en el arte parece acrecentarse a medida que se le estudia, habida cuenta de que nada le fue ajeno.

Al igual que la música, la pintura, la escultura barrocas sus trabajos literarios corresponden a la grandeza de la arquitectura novo hispana y son el mejor ejemplo, no sólo del arte de la colonia sino de todo el arte mexicano.

Más información aquí : https://www.gob.mx/segob/articulos/conoce-mas-acerca-de-sor-juana-ines-de-la-cruz?idiom=es

Checar el link en Amazón


Poesia IMPURA

La poesia impura


La poesía impura es una teoría estética sobre la lírica que propugnó el poeta chileno Pablo Neruda en su manifiesto «Sobre una poesía sin pureza», publicado en el primer número de la revista madrileña Caballo Verde para la Poesía (1 de octubre de 1935), oponiéndose al concepto de poesía pura de Juan Ramón Jiménez.[1]

La propuesta estética del manifiesto de Neruda iba en realidad contra el Novecentismo y sobre todo contra el ensayo La deshumanización del arte de José Ortega y Gasset. Afirma Neruda:

«La confusa impureza de los seres humanos se percibe en ellos, la agrupación, uso y desuso de los materiales, las huellas del pie y los dedos, la constancia de una atmósfera humana inundando las cosas desde lo interno y lo externo».
La poesía debe apostar por la materia sobre el espíritu, pero sin desterrar este, ya que Neruda no se cerraba a nada ni reprimía nada: lo suyo era liberar a una poesía anquilosada por lo abstracto y lo inconcreto. Él elegía la amalgama de cuerpo y espíritu y abominaba de esencias destiladas y puras: quería fundirlo todo en el todo que es el hombre:

Así sea la poesía que buscamos, gastada como por un ácido por los deberes de la mano, penetrada por el sudor y el humo, oliente a orina y a azucena, salpicada por las diversas profesiones que se ejercen dentro y fuera de la ley. Una poesía impura como un traje, como un cuerpo, con manchas de nutrición, y actitudes vergonzosas, con arrugas, observaciones, sueños, vigilia, profecías, declaraciones de amor y de odio, bestias, sacudidas, idilios, creencias políticas, negaciones, dudas, afirmaciones, impuestos [...] Sin excluir deliberadamente nada, sin aceptar deliberadamente nada.
Por no excluir, en su busca de calidez humana, no excluye ni siquiera la cursilería o el pretendido mal gusto:

Y no olvidemos nunca la melancolía, el gastado sentimentalismo, perfectos frutos impuros de maravillosa calidad olvidada, dejados atrás por el frenético libresco: la luz de la luna, el cisne en el anochecer, «corazón mío» son sin duda lo poético elemental e imprescindible. Quien huye del mal gusto cae en el hielo.
En 1935, lo que Neruda exigía a la poesía era una mayor proximidad a la realidad y al hombre, una rehumanización de la lírica. Él mismo ejercerá esta estética dedicando libros a los objetos comunes y las cosas en sus Odas elementales.[2][3][4]

Referencias:
 http://cvc.cervantes.es/literatura/escritores/neruda/acerca/reina.htm
 http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-09342005000100007&script=sci_arttext
 http://artespoeticas.librodenotas.com/artes/686/una-poesia-sin-pureza-1938
 http://letralia.com/ed_let/neruda/09.htm

Texto y referencias obtenido de 

Checa el siguiente link en Amazón

Poesia BARROCA

1. La poesía barroca: el culteranismo y el conceptismo

La poesía barroca, como es sabido, destaca por su máxima complejidad. Es difícil entender el significado de un poema barroco porque el poeta lo esconde por medio de metáforas complicadas y muy originales o el empleo de un hipérbaton extremo  (cambio del orden sintáctico lógico de la oración) o , en definitiva,  todos los recursos posibles para que solo un lector culto alcance a comprender el poema. Se puede decir que es una poesía destinada a minorías.  

Los dos poetas más importantes del Barroco son Francisco de Quevedo y Luis de Góngora. Cada uno representaría un estilo o escuela diferente de entender la poesía barroca: el primero es la cabeza  del conceptismo y el segundo es el máximo representante del culteranismo.

Durante un tiempo se vino oponiendo ambas maneras de la lírica barroca. No obstante, importantes escritores de la época como Saavedra Fajardo y Baltasar Gracián citan a Góngora como el mejor de los conceptistas. Por tanto debemos entender que conceptismo y culteranismo  no son tan diferentes. 

Veamos con más detalle en que consiste cada uno de estos estilos:

A) El conceptismo: se entiende como un recurso por el que, de modo ingenioso, se evita nombrar un referente con su significante habitual, llamándolo con otro signo con el que esté relacionado en el significante o en el significado. O sea, es un juego de ingenio, un descubrimiento de la inteligencia que es capaz de encontrar asociaciones increíbles entre conceptos. Cuanto mas rebuscada e ingeniosa es la asociación, tanto más prestigio y reconocimiento recibe el poeta que la descubre.

Estas  similitudes entre significante y significado se mostraban a través de:

  • Antítesis. Contraposición de una palabra o frase a otra de significado contrario: es un ángel y a veces una arpía./ Quiere, aborrece, trata bien, maltrata.
  • Paradoja. Combinación de  frases que envuelven una contradicción aparente. Vivo sin vivir en mí/ y tan alta vida espero/ que muero porque no muero.
  • Juegos de palabras: Los principales son:

– Dilogía. Repetición de palabras polisémicas con sentidos diferentes: Cruzados hacen cruzados,/ escudos pintan escudos,/ y tahúres muy desnudos/ con dados ganan condados,/ ducados ganan ducados/ y coronas Majestad./ ¡Verdad! Góngora.

– Paronomasia. Uso de palabras de sonido semejante pero de significado diferente: Si escuchas mis gritos gratos,/ póngame tu musa mesa,/ siendo el/ combate convite/ donde mi fe viva beba).

– Calambur. Equívoco que se produce cuando las sílabas de una o varias palabras contiguas, agrupadas de otra forma, producen o sugieren un significado diferente: ¡Diamantes que fueron antes/ de amantes de su mujer!

– Retruécano. Inversión de los términos de una frase en otra que la sigue: ¿O cuál es más de culpar,/ aunque cualquiera mal haga,/ la que peca por la paga/ o el que paga por pecar?).

Y por supuesto el uso de:

  • La metáfora. Sustitución de un término real no expreso por otro imaginado: las perlas de tu boca
  • El símil. Comparación de un término real con otro imaginado: tus dientes son como perlas.
  • La imagen. La imagen es un recurso genérico que engloba a la metáfora, el símil y la Lo que la diferencia es que solemos conocer como imágen aquella metáfora en que no existe una relación racional entre el término real y el imaginado (por eso es el recurso más comúnmente empleado en la poesía de vanguardia). Por ejemplo cuando Góngora dice refiriéndose a las flores que estas son:  Estrellas mudas,

 

B) El culteranismo es un modo de conceptismo, que tiene especial predilección por el empleo de: latinismos léxicos y sintácticos, metáforas e imágenes deslumbrantes, sensoriales y difíciles; la dificultad , también extrema, en la comprensión del poema.

Por tanto conceptismo, sería un término mas integrador y general: englobaría prácticamente al conjunto de la poesía barroca. Y el culteranismo sería una variante del conceptismo en el que destaca un léxico culto y rebuscado, y unas metáforas con mayor intención embellecedora.

Conclusiones:

  • El conceptismo y el culteranismo parten de una misma concepción poética.
  • Conceptismo es el término que define la poesía del barroco, el culteranismo es una variación y una ampliación  del conceptismo.
  • Para el conceptismo la belleza del poema está en el misterio, el acertijo  y en definitiva las diversas asociaciones de significados por medio de los juegos de palabras.
  • Para el culteranismo, la belleza está más en la elección sorprendente y novedosa del léxico y en la descripción de las cosas por medio de imágenes originales, imaginativas, audaces y, en ocasiones, irracionales.

2. Principales rasgos

Teniendo en cuenta lo anterior, podemos destacar los principales rasgos de la poesía barroca (tanto es su corriente conceptista como culteranista) en:

a) En la forma

–          Los abundantes adjetivos epítetos, muy originales y atrevidos, referidos a impresiones sensoriales, sobre todo de color (sinestesias). P.ej. Oro, plata, nácar, perla, rosa, lirio…

–          La gran cantidad de metáforasatrevidas, inéditas, sorprendentes con el fin de crear un mundo de belleza absoluta.

–          El empleo de los juegos de palabras antes citados: paranomasia, retruécano, calambur, dilogía…

–          El uso exagerado de latinismos sintácticos, como un hipérbaton forzadísimo, que invierte el orden natural de la frase castellana; p.ej: con menosprecio, en medio el llano, mira tu blanca frente el lirio bello

–          El abuso de latinismos léxicos, con multitud de cultismos, sonoros y desusados en la lengua cotidiana (culteranismo); p.ej.: émulo, náutico, cándido, púrpura,…

b) En los temas

–    Especial preferencia por la mitología clásica, cuyos temas y personajes inundan las creaciones de los escritores culteranos. Por lo general se repiten los temas ya tratados durante el Renacimiento, es decir, junto a la mitología, son temas destacados el amor, la religiosidad y como consecuencia del desengaño barroco se desarrolla también la poesía satírico-burlesca.

 Fuente; https://masterlengua.com/la-poesia-barroca/

Checa el link en Amazón 



El sur de Jorge Luis Borges

El sur[Cuento. Texto completo]
Jorge Luis Borges

El hombre que desembarcó en Buenos Aires en 1871 se llamaba Johannes Dahlmann y era pastor de la Iglesia evangélica; en 1939, uno de sus nietos, Juan Dahlmann, era secretario de una biblioteca municipal en la calle Córdoba y se sentía hondamente argentino. Su abuelo materno había sido aquel Francisco Flores, del 2 de infantería de línea, que murió en la frontera de Buenos Aires, lanceado por indios de Catriel: en la discordia de sus dos linajes, Juan Dahlmann (tal vez a impulso de la sangre germánica) eligió el de ese antepasado romántico, o de muerte romántica. Un estuche con el daguerrotipo de un hombre inexpresivo y barbado, una vieja espada, la dicha y el coraje de ciertas músicas, el hábito de estrofas del Martín Fierro, los años, el desgano y la soledad, fomentaron ese criollismo algo voluntario, pero nunca ostentoso. 

A costa de algunas privaciones, Dahlmann había logrado salvar el casco de una estancia en el Sur, que fue de los Flores: una de las costumbres de su memoria era la imagen de los eucaliptos balsámicos y de la larga casa rosada que alguna vez fue carmesí. Las tareas y acaso la indolencia lo retenían en la ciudad. Verano tras verano se contentaba con la idea abstracta de posesión y con la certidumbre de que su casa estaba esperándolo, en un sitio preciso de la llanura. En los últimos días de febrero de 1939, algo le aconteció.

Ciego a las culpas, el destino puede ser despiadado con las mínimas distracciones. Dahlmann había conseguido, esa tarde, un ejemplar descabalado de Las Mil y Una Noches de Weil; ávido de examinar ese hallazgo, no esperó que bajara el ascensor y subió con apuro las escaleras; algo en la oscuridad le rozó la frente, ¿un murciélago, un pájaro? En la cara de la mujer que le abrió la puerta vio grabado el horror, y la mano que se pasó por la frente salió roja de sangre. La arista de un batiente recién pintado que alguien se olvidó de cerrar le habría hecho esa herida. Dahlmann logró dormir, pero a la madrugada estaba despierto y desde aquella hora el sabor de todas las cosas fue atroz. 

La fiebre lo gastó y las ilustraciones de Las Mil y Una Noches sirvieron para decorar pasadillas. Amigos y parientes lo visitaban y con exagerada sonrisa le repetían que lo hallaban muy bien. Dahlmann los oía con una especie de débil estupor y le maravillaba que no supieran que estaba en el infierno. Ocho días pasaron, como ocho siglos. Una tarde, el médico habitual se presentó con un médico nuevo y lo condujeron a un sanatorio de la calle Ecuador, porque era indispensable sacarle una radiografía. Dahlmann, en el coche de plaza que los llevó, pensó que en una habitación que no fuera la suya podría, al fin, dormir. Se sintió feliz y conversador; en cuanto llegó, lo desvistieron; le raparon la cabeza, lo sujetaron con metales a una camilla, lo iluminaron hasta la ceguera y el vértigo, lo auscultaron y un hombre enmascarado le clavó una aguja en el brazo. Se despertó con náuseas, vendado, en una celda que tenía algo de pozo y, en los días y noches que siguieron a la operación pudo entender que apenas había estado, hasta entonces, en un arrabal del infierno. 

El hielo no dejaba en su boca el menor rastro de frescura. En esos días, Dahlmann minuciosamente se odió; odió su identidad, sus necesidades corporales, su humillación, la barba que le erizaba la cara. Sufrió con estoicismo las curaciones, que eran muy dolorosas, pero cuando el cirujano le dijo que había estado a punto de morir de una septicemia, Dahlmann se echó a llorar, condolido de su destino. Las miserias físicas y la incesante previsión de las malas noches no le habían dejado pensar en algo tan abstracto como la muerte. Otro día, el cirujano le dijo que estaba reponiéndose y que, muy pronto, podría ir a convalecer a la estancia. Increíblemente, el día prometido llegó.

A la realidad le gustan las simetrías y los leves anacronismos; Dahlmann había llegado al sanatorio en un coche de plaza y ahora un coche de plaza lo llevaba a Constitución. La primera frescura del otoño, después de la opresión del verano, era como un símbolo natural de su destino rescatado de la muerte y la fiebre. La ciudad, a las siete de la mañana, no había perdido ese aire de casa vieja que le infunde la noche; las calles eran como largos zaguanes, las plazas como patios. Dahlmann la reconocía con felicidad y con un principio de vértigo; unos segundos antes de que las registraran sus ojos, recordaba las esquinas, las carteleras, las modestas diferencias de Buenos Aires. En la luz amarilla del nuevo día, todas las cosas regresaban a él.

Nadie ignora que el Sur empieza del otro lado de Rivadavia. Dahlmann solía repetir que ello no es una convención y que quien atraviesa esa calle entra en un mundo más antiguo y más firme. Desde el coche buscaba entre la nueva edificación, la ventana de rejas, el llamador, el arco de la puerta, el zaguán, el íntimo patio.

En el hall de la estación advirtió que faltaban treinta minutos. Recordó bruscamente que en un café de la calle Brasil (a pocos metros de la casa de Yrigoyen) había un enorme gato que se dejaba acariciar por la gente, como una divinidad desdeñosa. Entró. Ahí estaba el gato, dormido. Pidió una taza de café, la endulzó lentamente, la probó (ese placer le había sido vedado en la clínica) y pensó, mientras alisaba el negro pelaje, que aquel contacto era ilusorio y que estaban como separados por un cristal, porque el hombre vive en el tiempo, en la sucesión, y el mágico animal, en la actualidad, en la eternidad del instante.
A lo largo del penúltimo andén el tren esperaba. Dahlmann recorrió los vagones y dio con uno casi vacío. Acomodó en la red la valija; cuando los coches arrancaron, la abrió y sacó, tras alguna vacilación, el primer tomo de Las Mil y Una Noches. Viajar con este libro, tan vinculado a la historia de su desdicha, era una afirmación de que esa desdicha había sido anulada y un desafío alegre y secreto a las frustradas fuerzas del mal.

A los lados del tren, la ciudad se desgarraba en suburbios; esta visión y luego la de jardines y quintas demoraron el principio de la lectura. La verdad es que Dahlmann leyó poco; la montaña de piedra imán y el genio que ha jurado matar a su bienhechor eran, quién lo niega, maravillosos, pero no mucho más que la mañana y que el hecho de ser. La felicidad lo distraía de Shahrazad y de sus milagros superfluos; Dahlmann cerraba el libro y se dejaba simplemente vivir.
El almuerzo (con el caldo servido en boles de metal reluciente, como en los ya remotos veraneos de la niñez) fue otro goce tranquilo y agradecido.
Mañana me despertaré en la estancia, pensaba, y era como si a un tiempo fuera dos hombres: el que avanzaba por el día otoñal y por la geografía de la patria, y el otro, encarcelado en un sanatorio y sujeto a metódicas servidumbres. Vio casas de ladrillo sin revocar, esquinadas y largas, infinitamente mirando pasar los trenes; vio jinetes en los terrosos caminos; vio zanjas y lagunas y hacienda; vio largas nubes luminosas que parecían de mármol, y todas estas cosas eran casuales, como sueños de la llanura. 

También creyó reconocer árboles y sembrados que no hubiera podido nombrar, porque su directo conocimiento de la campaña era harto inferior a su conocimiento nostálgico y literario.
Alguna vez durmió y en sus sueños estaba el ímpetu del tren. Ya el blanco sol intolerable de las doce del día era el sol amarillo que precede al anochecer y no tardaría en ser rojo. También el coche era distinto; no era el que fue en Constitución, al dejar el andén: la llanura y las horas lo habían atravesado y transfigurado. Afuera la móvil sombra del vagón se alargaba hacia el horizonte. No turbaban la tierra elemental ni poblaciones ni otros signos humanos. Todo era vasto, pero al mismo tiempo era íntimo y, de alguna manera, secreto. En el campo desaforado, a veces no había otra cosa que un toro. La soledad era perfecta y tal vez hostil, y Dahlmann pudo sospechar que viajaba al pasado y no sólo al Sur. De esa conjetura fantástica lo distrajo el inspector, que al ver su boleto, le advirtió que el tren no lo dejaría en la estación de siempre sino en otra, un poco anterior y apenas conocida por Dahlmann. (El hombre añadió una explicación que Dahlmann no trató de entender ni siquiera de oír, porque el mecanismo de los hechos no le importaba).

El tren laboriosamente se detuvo, casi en medio del campo. Del otro lado de las vías quedaba la estación, que era poco más que un andén con un cobertizo. Ningún vehículo tenían, pero el jefe opinó que tal vez pudiera conseguir uno en un comercio que le indicó a unas diez, doce, cuadras.
Dahlmann aceptó la caminata como una pequeña aventura. Ya se había hundido el sol, pero un esplendor final exaltaba la viva y silenciosa llanura, antes de que la borrara la noche. Menos para no fatigarse que para hacer durar esas cosas, Dahlmann caminaba despacio, aspirando con grave felicidad el olor del trébol.
El almacén, alguna vez, había sido punzó, pero los años habían mitigado para su bien ese color violento. Algo en su pobre arquitectura le recordó un grabado en acero, acaso de una vieja edición de Pablo y Virginia. Atados al palenque había unos caballos. Dahlmam, adentro, creyó reconocer al patrón; luego comprendió que lo había engañado su parecido con uno de los empleados del sanatorio. 

El hombre, oído el caso, dijo que le haría atar la jardinera; para agregar otro hecho a aquel día y para llenar ese tiempo, Dahlmann resolvió comer en el almacén.
En una mesa comían y bebían ruidosamente unos muchachones, en los que Dahlmann, al principio, no se fijó. En el suelo, apoyado en el mostrador, se acurrucaba, inmóvil como una cosa, un hombre muy viejo. Los muchos años lo habían reducido y pulido como las aguas a una piedra o las generaciones de los hombres a una sentencia. Era oscuro, chico y reseco, y estaba como fuera del tiempo, en una eternidad. Dahlmann registró con satisfacción la vincha, el poncho de bayeta, el largo chiripá y la bota de potro y se dijo, rememorando inútiles discusiones con gente de los partidos del Norte o con entrerrianos, que gauchos de ésos ya no quedan más que en el Sur.

Dahlmann se acomodó junto a la ventana. La oscuridad fue quedándose con el campo, pero su olor y sus rumores aún le llegaban entre los barrotes de hierro. El patrón le trajo sardinas y después carne asada; Dahlmann las empujó con unos vasos de vino tinto. Ocioso, paladeaba el áspero sabor y dejaba errar la mirada por el local, ya un poco soñolienta. La lámpara de kerosén pendía de uno de los tirantes; los parroquianos de la otra mesa eran tres: dos parecían peones de chacra: otro, de rasgos achinados y torpes, bebía con el chambergo puesto. Dahlmann, de pronto, sintió un leve roce en la cara. Junto al vaso ordinario de vidrio turbio, sobre una de las rayas del mantel, había una bolita de miga. Eso era todo, pero alguien se la había tirado.

Los de la otra mesa parecían ajenos a él. Dalhman, perplejo, decidió que nada había ocurrido y abrió el volumen de Las Mil y Una Noches, como para tapar la realidad. Otra bolita lo alcanzó a los pocos minutos, y esta vez los peones se rieron. Dahlmann se dijo que no estaba asustado, pero que sería un disparate que él, un convaleciente, se dejara arrastrar por desconocidos a una pelea confusa. Resolvió salir; ya estaba de pie cuando el patrón se le acercó y lo exhortó con voz alarmada:-Señor Dahlmann, no les haga caso a esos mozos, que están medio alegres.

Dahlmann no se extrañó de que el otro, ahora, lo conociera, pero sintió que estas palabras conciliadoras agravaban, de hecho, la situación. Antes, la provocación de los peones era a una cara accidental, casi a nadie; ahora iba contra él y contra su nombre y lo sabrían los vecinos. Dahlmann hizo a un lado al patrón, se enfrentó con los peones y les preguntó qué andaban buscando.

El compadrito de la cara achinada se paró, tambaleándose. A un paso de Juan Dahlmann, lo injurió a gritos, como si estuviera muy lejos. Jugaba a exagerar su borrachera y esa exageración era otra ferocidad y una burla. Entre malas palabras y obscenidades, tiró al aire un largo cuchillo, lo siguió con los ojos, lo barajó e invitó a Dahlmann a pelear. El patrón objetó con trémula voz que Dahlmann estaba desarmado. En ese punto, algo imprevisible ocurrió.
Desde un rincón el viejo gaucho estático, en el que Dahlmann vio una cifra del Sur (del Sur que era suyo), le tiró una daga desnuda que vino a caer a sus pies. Era como si el Sur hubiera resuelto que Dahlmann aceptara el duelo. Dahlmann se inclinó a recoger la daga y sintió dos cosas. La primera, que ese acto casi instintivo lo comprometía a pelear. La segunda, que el arma, en su mano torpe, no serviría para defenderlo, sino para justificar que lo mataran. Alguna vez había jugado con un puñal, como todos los hombres, pero su esgrima no pasaba de una noción de que los golpes deben ir hacia arriba y con el filo para adentro. No hubieran permitido en el sanatorio que me pasaran estas cosas, pensó.-Vamos saliendo- dijo el otro.
Salieron, y si en Dahlmann no había esperanza, tampoco había temor. Sintió, al atravesar el umbral, que morir en una pelea a cuchillo, a cielo abierto y acometiendo, hubiera sido una liberación para él, una felicidad y una fiesta, en la primera noche del sanatorio, cuando le clavaron la aguja. Sintió que si él, entonces, hubiera podido elegir o soñar su muerte, ésta es la muerte que hubiera elegido o soñado.
Dahlmann empuña con firmeza el cuchillo, que acaso no sabrá manejar, y sale a la llanura
Checa el link en Amazón

Comentarios sobre "Crónica de una muerte anunciada" de Gabriel Garcia Marquez

Crónica de una muerte anunciada


Crónica de una muerte anunciada es una novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez, publicada por primera vez en 1981. Fue incluida en la lista de las 100 mejores novelas en español del siglo XX del periódico español El Mundo.1​

La novela representó un acercamiento entre lo periodístico, lo narrativo, y una aproximación a la novela policial. La historia contada se inspira en un suceso real, ocurrido en 1951 en el Municipio de Sucre, ubicado al sur del Departamento de Sucre, en Colombia, del que el autor tomó la acción central (el crimen), los protagonistas, el escenario y las circunstancias, alterándolo narrativamente, pero sin descuidar nunca los datos y las precisiones obligadas en toda crónica periodística.2​

Argumento
En un pequeño y aislado pueblo en la costa del Caribe, se casan Bayardo San Román, un hombre rico y recién llegado, y Ángela Vicario. Al celebrar su boda, los recién casados se van a su nueva casa, y allí Bayardo descubre que su esposa no es virgen. Inmediatamente, Bayardo devuelve a Ángela Vicario a la casa de sus padres donde es golpeada por su madre e interrogada por sus hermanos, Ángela culpará a Santiago Nasar, un vecino del pueblo.

Los hermanos Vicario –Pedro y Pablo–, obligados por la defensa del honor familiar, anuncian a la mayoría del pueblo que matarían a Santiago Nasar. Este no se entera, sino minutos antes de morir. Los hermanos matan a cuchillazos a Santiago, después de pensarlo en varias ocasiones, en la puerta de su casa, a la vista de la gente que no hizo o no pudo hacer nada para evitarlo. Pasados 27 años, el amigo de Santiago (el narrador) reconstruye los hechos, de los que él fue testigo, en forma de crónica, combinando narración y testimonios.

Años después, Ángela Vicario estaría escribiendo cada día a Bayardo, primero formalmente, después con cartas de joven enamorada y, al final, fingiendo enfermedades. Así, Bayardo vuelve 17 años después, claramente desmejorado y con todas las cartas sin abrir.

Técnica narrativa
La novela se presenta como la reconstrucción de una historia: un narrador en primera persona y testigo de algunos hechos asume, años después del amargo suceso, la función del investigador para reconstruir la historia mediante informes, cartas, testimonios diversos y su memoria (pues él mismo estuvo en el pueblo el día de la boda). El punto de vista desde el que se narra la historia es cambiante, hay multi-perspectivismo, en tanto que la visión de los hechos se presenta no solo desde el punto de vista del narrador, sino también de los demás personajes (protagonistas y testigos de los hechos). A veces coinciden, pero en otras ocasiones se contradicen; la historia se presenta, entonces, como ambigua, llena de dudas, sobre todo en lo que se refiere a quién 'deshonró' a Ángela o, por ejemplo, el clima del día, que varía de ser lluvioso y nublado a ser de un soleado cegador, según los testimonios.

El narrador presenta la historia dividida en cinco partes (cada una de las cuales desarrolla temas concretos y gira alrededor de los diferentes protagonistas) alterando la ordenación de los hechos y su ordenación temporal. El tiempo fluye de forma alineal, circular y caótico, consiguiéndose a través de anticipaciones, retrocesos, reiteraciones, superposiciones, elipsis, etc. El resultado es una especie de 'rompecabezas'. La novela presenta una estructura cerrado-circular: la muerte de Santiago a manos de los Vicario, anunciada súbitamente en las primeras líneas, es el motivo narrativo que, con pormenorizado y macabro tratamiento, cierra también la historia. La novela presenta abundantes diálogos (fragmentarios y breves, y en estilo directo normalmente, con lo que se logra cortar el ritmo narrativo, introduciendo variedad en la narración y en el estilo) y fragmentos descriptivos (de objetos, personajes, escenarios, ambientes). Lo estrictamente narrativo se reduce a pasajes breves, recurrentes, que, en muchas ocasiones, están enmarcados dentro de descripciones.

Estilo narrativo
Oscila entre el uso de la lengua oral, en un registro coloquial o familiar, y el uso de la lengua escrita, en un registro culto-literario, con fuerte retoricismo y con matices de , humor, fantasía, sensualismo, etc.

Se percibe claramente la influencia del género periodístico, visible ya desde el propio título ("crónica").

Hay un gran número de personajes enmarcados en los hechos, característica recurrente en las obras de Gabriel García Márquez. Esto permite a la historia dotarse de las múltiples perspectivas, de los diversos testimonios y de juicios de valor que nutren la trama. La narración manifiesta un claro gusto por el detalle y por la puntualización de todos los pormenores.

El realismo mágico se observa en el gusto por insertar lo extraordinario dentro de la normalidad de lo cotidiano. Se aprecia en la forma en que el olor de Santiago Nasar permaneció en los gemelos Vicario días después de muerto, la aparición de un "pájaro fluorescente", una especie de ánima sobre la iglesia del pueblo; la mención del alma de Yolanda de Xius quien se dice está haciendo todo lo posible para recuperar sus cachivaches y su casa de muerte.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Cr%C3%B3nica_de_una_muerte_anunciada

En este link encontrarás puntos claves del libro y actividades para hacer

http://www.willamette.edu/~mblanco/ggm/


Checa el link en Amazón 


Géneros literarios

Los géneros literarios

La primera clasificación de los géneros literarios pertenece a Aristóteles, quien los redujo a tres: épica, lírica y teatro

El primero ha extendido su significado, al incluir la novela, a la noción más amplia de narrativa. Pero el género, entendido como conjunto de constantes retóricas y sígnicas o semióticas que identifica y reúne a varios textos, se va conformando históricamente. Por tanto, resulta muchas veces difícil fijar rígidamente los límites entre lo propiamente narrativo o épico-narrativo, lo lírico o poético y lo dramático o teatral.
Son técnicas expositivas singulares, ligadas a ciertas leyes de forma y contenido de carácter histórico o no a las que se someten las obras literarias.

Obtenido en http://mx.encarta.msn.com/encyclopedia_761585192/G%C3%A9neros_literarios.html

Tipos de literatura

Si te refieres literalmente a las diferentes manifestaciones literarias en el mundo, tenemos las más importantes que son las siguientes:

LITERATURA CHINA: Esta literatura es una literatura clásica, es decir, que se funda en el respeto de libros muy antiguos, de carácter casi religioso que encierran los principios de la vida.

El pensamiento filosófico chino esta dado por la de Confucio y sus discípulos y la taoista . CONFUCIO (Kung.Fu-Tsé: 551-479), consagro toda su vida a la enseñanza de un grupo reducido de oyentes. Lo más autentico de su doctrina se contiene en el LIBRO DE LAS CONVERSACIONES (Lunyu). Los aludidos clásicos, a los que hay que añadir los "CUATRO LIBROS" son los cinco siguientes. Su-King, I-King, Tchun-tsiu y Li-King. Los cuatro libros, llevan estos nombres: Lun-Yu, Tchung-yung, Ta-Hio y Meng- Tseu.

La doctrina taoísta se halla contenida entres libros, de los cuales el más importante es el intitulado Lao-tseu oTao-te-king.

Entre los años 480 y 400 (a. de.J.C.) vivió otro filosofo, Mo Ti, autor del Mo-tseu, libro en defensa de la paz, del amor hacia el prójimo y de la idea que el interés verdadero del hombre se cifra en la practica del bien.

LITERATURA EGIPCIA: La historia antigua de Egipto esta dividido por dinastías:

1.-I-X: 3180-2530 a.de J.C.

2.-XI-XII: 2530-1930 a,de J.C.

3.-XIII-XVII: 1930-1530 a.de J.C.

4.-XVII-XXI: 1530-1060 a,de, J.C.

Estas etapas fueron las principales dentro del Egipto, destacan sus principales actividades. En el periodo vino la decadencia, y el país fue conquistado pro los asirios primero y después por los persas, con la cual termina su historia más antigua.

Después los egipcios fueron conociendo poco a poco la escritura, lo primero que utilizaron fueron los papiros y la escritura egipcia era de tres tipos: jeroglífica, hierática y democrita.

Entrando en materia de la literatura los egipcios tenían la creencia de que la inmortalidad iba íntimamente ligadas a la incorrupción del cadáver y de aquí proviene que se le llama momificación.

Las primeras manifestaciones literarias de Egipto pertenecen al Imperio antiguo. (3500-2400 a,de J.C) y medio (2300-1700 a.de J.C).

En la literatura aparecida durante el imperio medio (2300-.1700 a.de J.C.) predomina la formación. Ejemplo de esta son.

-La historia del naufrago contiene la aventuras del hombre enojado por una tempestad a las playas desiertas del mar rojo, la aparición de un Dios benéfico en forma de dragón y retoma a Egipto.

Pero la obra más importante de la literatura Egipcia es el Libro de los muertos o ritual funerario. Sus cientos sesenta capítulos fueron elaborados en épocas distintas, aunque la idea fundamental fue siempre la misma. L versión definitiva suele colocarse en el imperio nuevo (1700-1000 a .de J.C). El libro de los muertos es un conjunto de ritos y formulas, que el hombre debe tener presentes en su viaje al otro mundo.

LITERATURA HEBREA: La literatura hebrea esta constituida fundamentalmente por el conjunto de los textos comprendidos en el Antiguo Testamento.

"Todas las formas las formas literarias se encuentran allí. La lírica de más alta inspiración, en numerosos signos y profecías; la egipcia, en pocos fragmentos de Éxodo y del Libro de los Reyes; la oratoria más fogosa en muchos profetas: la literatura didáctica, en los Proverbios."

Los libros antiguos del Testamento fueron escritos en antiguo hebreo y suelen clasificarse en los siguientes grupos:
1.-Libros históricos.
2.-Libros poéticos.
3.-Libros proféticos.
4.-Libros filosóficos morales.

LIBROS HISTORICOS: Los libros históricos son el Pentateuco, el libro de Josué, el de los Jueces, el de los Reyes, los Paralipómenos, el de Esdras, el de Nehemías, los de los Macabeos, etc.

LIBROS POÉTICOS: Los hebreos adoptaron una peculiar modalidad poética llamada paralelismo. Consiste en la concordancia o contraposición de dos ideas, en dónde surge un ritmo de pensamiento. Ejemplos:

En toda la Biblia se encuentran trozos poéticos.
Los Salmos son composiciones destinadas a ser cantadas en ceremonias religiosas.
El cantar de los cantares se atribuye a Salomón y tiene carácter erótico.

LOS LIBROS PROFÉTICOS: Los profetas se proponían en sus cantos la finalidad de mantener viva entre sus compatriotas la fe en Dios único y la confianza del pueblo hebreo en la gloriosa restauración de su pasada grandeza.

LOS LIBROS FILOSOFICOMORALES: Proponen normas y enseñanzas para la conducta virtuosa del hombre.

LITERATURA GRIEGA: El pueblo heleno y su literatura. El pueblo elenco, poseedor del sentimiento de la gracia, de la armonía y de la belleza, ha contribuido como ninguna otro al progreso de la inteligencia. Las bellas concepciones del espíritu griego provocaron la magnificencia del Renacimiento, y sirven todavía de modela a las artes, el método a las ciencias y de base a la moderna pedagogía.

La literatura griega tiene como notas características su originalidad y su universidad.

LA EPOPEYA HEROICA. Antes de la aparición de la Iliada hacia el siglo IX a, de J.C. sabemos de la existencia de cantos épicos recitados con acompañamiento de citara por los "aedas" en los festines y en las grandes fiestas públicas.

HOMERO: La Iliada. La Odisea. La Iliada canta un episodio de la guerra de Troya, ciudad citada por diez años por los griegos. Habiendo Agamenon arrebatado a Aquiles una esclava, surge entre ambos jefes una disputa y el segundo se retira a su campamento con sus soldados. Ya estaban los griegos a punto de sufrir una derrota, cuando Patroclo revestido con las armas de Aquiles parece manos de Héctor. Entonces el jefe griego provoca a su vez al guerrero Troyano, lo mata y pasea su cadáver al torno de la ciudad. En anciano Príamo, padre de Héctor, acude a solicitar de Aquiles la devolución del cadáver de su hijo en una emocionante escena.

La Odisea contiene la historia de Ulises, que muchos años después de tomada Troya y a través de los infinitos peligros, consigue llegar a Itaca su patria y destruir las asechanzas que rodeaba su mujer Penélope.

Ambos poemas son un mismo tipo de carácter guerrero y religioso profundamente humano y extensos de convencionalismos: en ellos se nos ofrecen un amplio cuadro de la vida de Grecia heroica.

LA POESIA LIRICA: Entre los siglos VII-VI a. de J.C. se desarrollo la poesía lírica manifestándose bajo la forma de "elegía", ora de carácter "militar" representada principalmente por CALINO de Éfeso del siglo (VII).

LA LIRICA EÓLICA: Consiste en canciones ligeras, espirituales, y, a menudo imbuidas de pasión, esta representada por ALCEO de Mitilene (c.600).

LA POESIA SATRICA: Escrita en versos yámbicos (una silaba breve, seguida de otra larga).

LA POESIA CORAL: Genero lírico por excelencia, destinado a celebrar la virtud y a cantar a los héroes y los dioses, nació en las fiestas religiosas de Esparta y fue cultivado por ESTESÍCORO de Himera.

La poesía pindárica junta al elogio del vencedor el de su raza, su patria y sus dioses protectores, enmarcándolo en las grandes leyendas heroicas.

LITERATURA ROMANA: La producción literaria en latín no se desarrollo hasta entrar en contacto con la griega. El primer autor de importancia fue ENNIO que escribió un poema épico sobre la historia de Roma.

La comedia contó con dos grandes autores Plauto y Ferencio.

En prosa destacaran Tito Livio, Cicerón, César, Salustio, Catúlo y Lucrecio.

La poesía alcanzo el mayor auge con el imperio: Virgilio, Horacio.

En el periodo llamado Edad de Plata, predominan: Séneca, Marcial, Lucano, Quintiliano, etc. En prosa, Petronio, Tácito ( que crea un nuevo estilo a la historia), Suetonio y Plinio el viejo.

Los dos principales autores romanos de comedias, Plauto (254-184 a . de J.C) y Terencio.

Obtenido de con fines didácticos http://www.escolar.com/article-php-sid=58.html

Si te refieres a las diferentes formas de clasificar la literatura tenemos géneros y subgéneros que son los siguientes:


Género narrativo:
La obra narrativa es aquella en la que un narrador, a través de un discurso oral o escrito, relata una historia, destinada a oyentes (como en la epopeya griega o en los cantares de gesta medievales) o lectores (como en la novela moderna).

Sub-géneros narrativos:
a) El cuento: Narración de una acción ficticia, de carácter sencillo y breve extensión, de muy variadas tendencias a través de una rica tradición literaria y popular. En general, el desarrollo narrativo del cuento es rectilíneo, presenta pocos personajes y el proceso del relato privilegia el desenlace.

b) La novela: Obra en que se narra una acción fingida o en parte, y cuyo fin es causar placer estético a los lectores por medio de la descripción o pintura de sucesos o lances interesante, de caracteres, de pasiones y de costumbres. Salvo excepciones, la novela propiamente dicha usa la prosa, y a diferencia del cuento, nunca es muy breve. La acción es necesaria en esta obra, pero lo fundamental son los personajes y el mundo ficticio en que ellos viven.

c) La novela corta (o "nouvelle"): La novela corta se define fundamentalmente como la representación de un acontecimiento, sin la amplitud de la novela normal en el tratamiento de los personajes y de la trama. La acción, el tiempo y el espacio, aparecen de una forma condensada, y presenta un ritmo acelerado en el desarrollo de su trama. Las largas digresiones y descripciones propias de la novela desaparecen en la novela corta, así como los exhaustivos análisis psicológicos de los personajes.

Otros sub-géneros:

a) Los que por su contenido o por su origen, se relacionan con lo histórico o con lo heroico: la epopeya (narración poética de una acción memorable para un pueblo entero, o para la especie humana), el cantar de gesta (manifestación literaria de las leyendas heroicas de un pueblo, compuestas fundamentalmente para ser escuchadas más que leídas, consideradas también épico-líricas), la leyenda (manifestación literaria de una tradición oral, apoyada a veces en hechos históricos ciertos), la balada (sucesos tradicionales, leyendas, etc., contados con sencillez y emoción) y el romance (composición épico-lírica de origen anónimo-popular, con temas procedentes de los cantares de gesta, o que expresa sentimientos de índole lírica).

b) Los que por su intención se relacionan con lo didáctico: el apólogo (narración breve perteneciente al ámbito de la literatura gnómica -es decir, sentenciosa y de carácter didáctico-moral- en la que los personajes son a menudo seres irracionales), la fábula (narración breve, cuyas figuras ¬animales- representan condiciones humanas, presentando vicios y virtudes que entregan una enseñanza con censuras de carácter moral), la parábola (se propone dar, mediante el relato de algún hecho, una lección moral, pero a diferencia de la fábula, no recurre a la personificación de animales, ni utiliza su estilo generalmente festivo).


Género dramático:

Obra dramática
es aquella destinada a ser representada ante espectadores, y que consiste en una acción dialogada representada por personajes (actores) en un espacio (escenografía). Como palabra técnica de la literatura, el concepto de "drama" (del griego drao, obrar, actuar) agrupa todas las manifestaciones de obras teatrales, y no debe limitarse a aquellas obras cuyo desenlace es de carácter catastrófico.

El drama está destinado a la representación ante un público; no puede tener una extensión desmesurada; debe servirse de un vocabulario inteligible; el autor, debe considerar los efectos escénicos que armonizan diálogo y movimiento; debe poner en tensión el ánimo del público, y debe representarse de una sola vez.


Sub-géneros dramáticos:

a) La tragedia: es la imitación de una acción elevada y completa, de cierta magnitud, en un lenguaje distintamente matizado según las distintas partes, efectuada por los personajes en acción y no por medio de un relato, y que suscitando compasión y temor lleva a cabo la purgación de tales emociones. La historia trágica imita acciones humanas en torno al sufrimiento de los personajes y a la piedad, hasta el momento del reconocimiento de los personajes entre sí o de la toma de conciencia del origen del mal.


b) La comedia: Es la imitación de las personas más vulgares; pero no vulgares de cualquier clase, de cualquier fealdad física o moral, sino de aquella única especie que supone lo ridículo. Describe, intelectualmente deformados, los aspectos concretos y risibles de la vida cotidiana. Los personajes son de condición inferior, el desenlace es feliz y optimista, su finalidad es provocar la risa del espectador.

c) La comedia española barroca: Se designa así a una obra de teatro, que no tendrá que tener obligatoriamente carácter cómico. Este género se produce en España en los siglos XVI y XVII, y es una obra dramática en tres jornadas. Principales características:. Eliminación de las unidades de lugar, tiempo y espacio clásicos, la acomodación de la estrofa al asunto tratado, la mezcla de lo cómico y lo trágico y la búsqueda de los temas de la tradición española. Sus finalidades son: imitar acciones humanas, pintar las costumbres, dar gusto al público.

d) La farsa: Obra teatral cómica que se escribe y se representa con el único fin de hacer reír al público, mediante la muestra de situaciones y personajes ridículos. Es un tipo de obras en las que la realidad se deforma estilizándola, haciéndola grotesca o carnavalizándola.

e) Sainete: Pieza breve, generalmente de índole cómica, con personajes que casi siempre representan tipos populares. Por lo común, relatan la vida de vecindad.

Otros sub-géneros:

a) Obras de breve extensión y carácter cómico: el paso (episodios cómicos puestos entre situaciones dramáticas para alargar la acción), el entremés (pasaje en tono preferentemente cómico, que aparece al principio, en medio, o al final de una obra de carácter serio, sin conexión argumental necesaria con ella);

b) Obras de contenido religioso, históricamente situados en la Edad Media y hasta el siglo XVII: el misterio (representación dramática donde se escenificaban los cuadros del Nacimiento, Vida; pasión y Muerte de Jesucristo), el milagro (obra que relata la vida de la Virgen, de santos, de héroes de caballería, para ilustrar los principios cristianos), la moralidad (obra de intención didáctica y moralizante, con alegorías del vicio y de la virtud, y un combate incesante entre el bien y el mal), el auto¬ sacramental (obras con personajes alegóricos, que centraban sus argumentos en el dogma de la Sagrada Eucaristía).

c) Los que -además de la comedia española barroca- se marginan de la rigurosa separación entre lo trágico y lo cómico: la tragicomedia (obra dramática en que se combinan el elemento trágico y el factor cómico, y que presenta personajes populares y aristocráticos, acción que no culmina en catástrofe y estilo que experimenta altibajos), el "dramá' burgués y romántico (género literario realista, intermedio entre la tragedia y la comedia, de carácter burgués y centrado en los problemas del hombre contemporáneo -familia, profesión, relaciones sociales-), el grotesco (presenta una exageración premeditada, una reconstrucción desfigurada de la naturaleza, una unión de objetos imposible en un principio; se fusiona lo trágico con lo cómico, tratando personajes y situaciones trágicas, desde una óptica humorística).

Género lírico:
Forma poética que expresa los sentimientos, imaginaciones y pensamientos del autor; es la manifestación de su mundo interno y, por tanto, el género poético más subjetivo y personal. El poeta se inspira frecuentemente en la emoción que han provocado en su alma objetos y hechos externos, y también puede interpretar sentimientos colectivos.


Sub-géneros líricos:

a) Oda e Himno: Se vincula a la Oda con los sentimientos de admiración y entusiasmo. Suele tener un carácter solemne y un lenguaje de gran admiración. La palabra Himno se aplica a los cantos litúrgicos de la Iglesia y a las canciones con música que tienen un sentido nacional, político o de ideología.

b) La poesía bucólica: Canta la serenidad y la belleza del campo, y la vida de pastores, más ideales que reales.

c) Elegía, Endecha, Lamento y Epitafio: La elegía es una composición que denota lamentación por diversas causas. Las hay amorosas, religiosas, patrióticas, y fundamentalmente funerales. La endecha revela sentimientos tristes. Cuando se refiere a la muerte, es grande su proximidad a la elegía.

El lamento es una composición poética que expresa dolor, arrepentimiento o preocupación por una persona. Su principal característica -que la aproxima a lo elegíaco- es el sentimiento de haber perdido algo a nivel emocional.

El epitafio es un poema breve que se supone colocado sobre la tumba de una persona. Es un ruego al pasajero para una meditación sobre la persona sepultada, o bien un recuerdo de las calidades de la persona sepultada.

d) Canción y Madrigal. El Epitalamio: Estos subgéneros tienen en común la expresión del sentimiento amoroso, triste o alegre, expresados en forma de canto, con música. El epitalamio es un poema destinado a cantarse en una boda, reflejando la alegría que reina en esa fiesta.

e) La Sátira y el Epigrama: La sátira ridiculiza vicios o defectos ajenos. A veces tiene un mero carácter juguetón y burlesco; otras adquiere un sentido más grave y educador.
El epigrama es una composición poética breve que expresa un solo pensamiento principal, por lo común, festivo o satírico.


F) Copla y Letrilla. Pastorela y Serrana: Se agrupan por su común origen popular.
La copla es cualquier composición poética breve que, aislada o en serie, sirve de letra en una canción popular.

La pastorela es una composición poética de origen trovadoresco y provenzal, en la que el poeta describe el encuentro del caballero con una pastora, a la que requiere de amores.

La serrana es un cantar lírico cuyo asunto era el encuentro de un caminante con una moza bravía que le ayudaba a encontrar el camino en la sierra.

g) La Epístola: Composición en la que el autor se dirige a un receptor bien determinado, real o fingido, que se considera ausente, por ejemplo, para referir circunstancias personales a un amigo ausente.

h) Jitanjáfora: Texto lírico cuyo sentido reposa en el significante (plano de la expresión), constituido desde valores puramente sonoros.

Obtenido con fines didácticos de http://www.wikilearning.com/monografia/literatura-genero_lirico/5662-5

Genres

Genre is a French term derived from the Latin genus, generis, meaning "type," "sort," or "kind." It designates the literary form or type into which works are classified according to what they have in common, either in their formal structures or in their treatment of subject matter, or both. The study of genres may be of value in three ways. On the simplest level, grouping works offers us an orderly way to talk about an otherwise bewildering number of literary texts. More importantly, if we recognize the genre of a text, we may also have a better idea of its intended overall structure and/or subject. Finally, a genre approach can deepen our sense of the value of any single text, by allowing us to view it comparatively, alongside many other texts of its type.
Classification By Types
While the number of genres and their subdivisions has proliferated since classical times, the division of the literary domain into three major genres (by Plato, Aristotle, and, later, Horace), is still useful. These are lyric, drama, and epic, and they are distinguished by "manner of imitation," that is, by how the characters and the action are presented. The chart briefly summarizes the main differences in the way action and characters are presented in the lyric, drama, and the epic.
Lyric: The poet writes the poem as his or her own experience; often the poet uses first person ("I"); however, this speaker is not necessarily the poet but may be a fictional character or persona. Drama: The characters are obviously separate from the writer; in fact, they generally seem to have lives of their own and their speech reflects their individual personalities. The writer is present, of course, in stage directions (which the audience isn't aware of during a performance), and occasionally a character acts as a mouthpiece for the writer. Epic: This long narrative is primarily written in third person. However, the epic poet makes his presence known, sometimes by speaking in first person, as when the muses are appealed to for inspiration (the invocation) or by reporting the direct speech of the characters.
The lyric includes all the shorter forms of poetry, e.g., song, ode, ballad, elegy, sonnet. Up to the nineteenth century, the short lyric poem was considered the least important of the genres, but with the Romantic movement the prestige of the lyric increased considerably. The relative brevity of the lyric leads to an emphasis upon tight formal construction and concentrated unity. Typically, the subject matter is expressive, whether of personal emotions, such as love or grief, or of public emotions, such as patriotism or reverence or celebration.
Drama presents the actions and words of characters on a stage. The conventional formal arrangement into acts and scenes derives ultimately from the practice in Greek drama of alternating scenes of dialogue with choral sections. From classical example also comes the standard subdivision into tragedy and comedy. Historically, many of the specific conventions of these two types have changed. We refer, for instance, to Greek tragedy, or to medieval tragedy, or to Shakespearean tragedy. This does not deny interrelationships between them; rather, it emphasizes the equal importance of their distinctive features. One thing that Greek tragedy and Shakespearean tragedy share is the "Tragic Vision."
It is helpful, in discussing plays, to have some familiarity with some basic conventions of drama. Every play typically involves the direct presentation of actions and words by characters on a stage. Although the structural principles are quite fluid, dramatic form often tends to move from exposition or presentation of the dramatic situation, through complication, setting of the direction of the dramatic conflict, to a climax or turning point (connected to Aristotle's peripeteia or "change of fortune"), and then through further action, resolving the various complications, to the denouement or conclusion of the play. This conventional movement in drama is not an absolute, but a tendency we observe, and variations are frequent. ("Exposition" of character motivation, for example, need not be limited to the first act.) It is useful to understand this conventional structure of drama so that we can better appreciate departures from it, as well as apply it more specifically to tragedies, as well as to comedies.
The epic, in the classical formulation of the three genres, referred exclusively to the "poetic epic." It was of course in verse, rather lengthy (24 books in Homer, 12 books in Virgil), and tended to be episodic. It dealt in elevated language with heroic figures (human heroes and deities) whose exploits affected whole civilizations or even, by implication, the whole of mankind. Its lengthiness was properly a response to the magnitude of the subject material.

Today, we classify epics with other forms of the "mixed kind." That is, we see the classical epic as but one of the generic subdivisions of the epic or fiction. This broader classification can include many kinds of narratives, in prose as well as in verse. Thus the "mixed kind" now includes the novel, the folktale, the fable, the fairy tale, even the short story and novella, as well as the romance, which can be in either prose or verse. Of these, the novel and the romance tend to continue the epic tradition of length (we speak of the "sweep" of a sizeable novel).

It should be noted that the three-part division of lyric, drama, and epic or fiction, while useful and relatively comprehensive, does not provide a place for all of the known literary genres. Some obvious omissions are the essay, the pastoral, biography and autobiography, and satire.


How Literary Critics Have Used Genres
Critics have employed the genre approach to literature in a number of ways. From the Renaissance through most of the eighteenth century, for example, they often attempted to judge a text according to what they thought of as the fixed "laws of kind," insisting upon purity, that is, fidelity to type. Thus the placement of comic episodes in otherwise predominantly serious works was frowned upon, and hybrid forms like tragicomedy were dismissed. There was also a tendency to rank the genres in a hierarchy, usually with epic or tragedy at the top, and shorter forms, such as the epigram and the subdivisions of the lyric, at the bottom. Modern critics have a different view of genres, and are likely to point out how, in actual practice, writers play against as well as with generic traditions and how specific conventions are imitated or defied, modified or renovated.

Literary Genres: Conclusion
All of the arts consist of genres. To name some of the outstanding types: in painting, there are the landscape, the still life, the portrait; in music there are the sonata, the symphony, the song; in film we have the domestic comedy, the horror/thriller, the Western. If students think of the forms with which they are most familiar (perhaps the film genres), they will understand that for sophisticated appreciation, they need always to be acquainted with the specific conventions of the type. The study of genres essentially is the study of conventions. And in literature as in the other arts, an acquaintance with generic conventions is critical to enriching our responses to particular texts. It is true that since we are reading "landmarks," there will always be something marvelously unique about each great work studied. But in each case there will also be a set of expectations connected to its type, to its generic tradition, as well as to the Zeitgeist (the "spirit of the time") in which the work was written.


Obtenido con fines didácticos de. Adapted from A Guide to the Study of Literature: A Companion Text for Core Studies 6, Landmarks of Literature, ©English Department, Brooklyn College. 
 http://academic.brooklyn.cuny.edu/english/melani/cs6/genres.html

checar link en Amazón: